Estamos acostumbrados a imaginarnos a un ser feo y repugnante al escuchar la palabra babosa, pero el animalito que presentamos hoy es una babosa de mar que es de todo menos fea y repugnante, hablamos del Dragón Azul o Glaucus Atlanticus.
El Dragón Azul no tiene concha por una simple razón, no la necesita. Tiene un camuflaje excelente ya que la zona ventral es de color blanco o gris metalizado de manera que visto desde el aire se confunde con los reflejos del agua, mientras que la zona dorsal es de color gris y una mezcla de varios tonos azules que lo harían fundirse con el cielo si lo viéramos desde abajo. Otra de las defensas que posee es un color muy brillante para advertir al resto de habitantes del océano de que no les conviene comérselo si no les apetece pasar un mal rato por culpa de su veneno.
El principal alimento de este curioso animal son otros seres vivos que flotan, como las medusas carabela portuguesa (Physalia physalis), Velella velella, Porpita porpita, y el molusco Janthina janthina. El dragón azul es inmune al veneno de estas medusas por lo que al alimentarse extrae las toxinas y las almacena en su propio cuerpo transformando dicho veneno en uno más peligroso para su propia defensa. Si no encuentra alimento pero si se encuentra con otro individuo de su especie, suele volverse caníbal.
El Dragón Azul no suele sobrepasar los 6 centímetros de longitud y a demás, al igual que el resto de nudibranquios, es hermafrodita, es decir, que contiene órganos sexuales tanto femeninos como masculinos. Después de la reproducción crean largas cadenas de huevos que fijan a otros elementos que flotan a la deriva como restos de basura o algún trozo de madera o incluso restos de algún animal muerto.
Fuente: http://www.rianet.com.ar/
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