Un grupo observadores de ballenas presenció un estremecedor espectáculo en la costa sur de Australia cuando dos grupos de orcas atacaron por separado, y durante más de cuatro horas, a una gran ballena jorobada que resistió con todas sus fuerzas y quedó muy lastimada, pero pudo sobrevivir.
“Sabíamos que estábamos presenciando algo significativo. Las orcas estaban en modo de ataque completo y la ballena jorobada estaba tratando desesperadamente de protegerse”, contó Gemma Sharp, quien junto a su familia dirige Whale Watch Western Australia, un negocio familiar de avistamiento de ballenas y turismo ecológico en la costa occidental australiana.
Sharp y su equipo suelen seguir orcas, ballenas azules, ballenas jorobadas o ballenas francas australes según la temporada junto a turistas y a un biólogo de abordo, pero “nunca habíamos visto nada igual”, contaron al diario australiano The Sydney Morning Herald.
Ellos suelen avistar orcas que cazan diferentes especies marinas para alimentarse entre las que se cuentan calamares, calamares gigantes y ballenas picudas. Estas últimas sucumben al poderoso ataque de las orcas en solo media hora.
Sharp contó que los más de 40 turistas a bordo observaron desde 200 metros de distancia cómo la orca mordía la aleta dorsal de la ballena jorobada y trataba de voltearla en un intento por ahogarla. Se trata de la táctica habitual de las orcas para terminar rápidamente con su presa. Pero la jorobada no sería una presa fácil de cazar.
“Por lo general, no se desafían entre ellos de esta manera, pero la ballena también estaba sola y creo que las orcas esperaban que no tuviera experiencia”, dijo Sharp.
“La ballena jorobada era un joven sano, de al menos 2 ó 3 años. Gozaba de buena salud y era increíblemente fuerte. Cada vez que lo agarraban, deslizaba su cola de lado a lado para desalojarlos.
“Las jorobadas en apuros siempre buscan cualquier distracción para salvarse. La vimos nadar hacia arriba y de hecho ‘voló' hacia nosotros y se puso debajo del bote con la orca siguiéndolo”.
De acuerdo con el relato de Sharp, la jorobada usó el bote como refugio durante casi una hora, con la orca tratando de moverla de allí periódicamente, hasta que los turistas detectaron que unas 50 ballenas piloto se acercaban, atraídas por la conmoción.
Pero los espectadores de la cruenta batalla no terminaron ahí. En ese momento, un grupo de lo que parecían ser tiburones toro llegó y comenzó a dar vueltas debajo del bote, atraídos por la sangre y la grasa del joven macho jorobado que flotaba en el agua.
En ese momento, la orca se retiró unos 1500 metros y quedó agazapada, a la espera, dijo Sharp. Las ballenas piloto comenzaron a dispersarse y la jorobada recuperó el aliento.
Una de las dos manadas de orcas se fue, dejando atrás a una familia de seis esperando a unos 300 metros de distancia. “Sabían que en algún momento la jorobada intentaría salir del área, por lo que esperaron unos 40 minutos”, dijo Sharp.